
El Salto, 9 de abril de 2020
A finales del pasado enero, el Boletín de Científicos Atómicos —que desde 1945 es un referente ineludible acerca de aquellas cuestiones científicas y de seguridad que los avances tecnológicos tienen sobre la humanidad—, publicó su Declaración del Reloj del Juicio Final 2020. En esta Declaración, el Boletín advertía que “la situación de la seguridad internacional es ahora más peligrosa de lo que ha sido nunca, incluso en el apogeo de la Guerra Fría”. Asimismo, destacaba que la humanidad “continúa enfrentando dos peligros existenciales simultáneos: la guerra nuclear y el cambio climático, que se ven agravados por un multiplicador de amenazas, una guerra de información cibernética, que socava la capacidad de respuesta de la sociedad”. Y subrayaba que la situación se veía agravada “porque los líderes mundiales han permitido que la infraestructura política internacional para gestionarlos se erosione”, alertando sobre la absoluta ausencia de planes por parte de Estados Unidos para reanudar las conversaciones sobre el control de armas nucleares con Rusia, país contra el que, junto a China, “se ha adoptado un tono intimidatorio y burlón”. (…) La Declaración obtuvo una cierta atención mediática, pero pronto sus implicaciones quedaron enterradas bajo la emergencia sanitaria del covid19. Sin embargo, como ha señalado Noam Chomsky a DiEM25 haciéndose eco del informe del Boletín, la crisis del coronavirus pasará y, a pesar de sus “consecuencias aterradoras”, entonces continuarán frente a nuestros ojos los dos desafíos más amenazadores de nuestra época: la guerra nuclear y el calentamiento global. Ante este panorama conviene repasar ciertos acontecimientos recientes, los cuales parecen proyectar escenarios que algunos creían pasados, para así reposicionar la inquietante amenaza nuclear en tiempos de cambio climático.
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